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viernes, junio 23, 2006

De la misa, la media

Yo soy agnóstico, a pesar de que (o gracias a que) estudié en un colegio de curas. Con la menor excusa, nos metían a la iglesia del colegio, nos llevaban a contarnos vidas de santos, o nos enseñaban la sacrificada vida de nuestros hermanos misioneros allende los mares. Recuerdo que mi padre nos llevaba a misa todos los domingos, a un vecino amigo y a mí. En cuanto decidieron que ya éramos mayores y podíamos ir solos, tardaron más de un año en enterarse de que, aunque decíamos que íbamos a misa, nuestro camino se desviaba ligeramente, y acabábamos en otro local del colegio, donde los futbolines, máquinas de millón y artilugios varios, hacían bastante más entretenida la mañana de domingo que los sermones.

Y es que, como espectáculo, la misa deja mucho que desear. Para empezar, y salvo pequeñas modificaciones, se repite siempre lo mismo. Cierto es que le añaden algún ingrediente morboso que le da algún aliciente: por si no lo sabéis, al protagonista lo matan al final,... y torturándolo. Y tiene final feliz: el protagonista acaba resucitando y yendo al cielo. También le dan un toque a musical, con canciones y la participación del público (en cierto modo, es un antecesor del Karaoke, con la letra en un folleto en lugar de en la pantalla de video), pero la ausencia de coreografía de baile, y las, a menudo escasas, dotes vocales del sacerdote oficiante, desmerecen el resultado final. Sólo el sermón salva la monotonía, aunque el tonillo que siempre le dan no es el más adecuado. Por cierto, siempre me pregunto dónde aprenden los curas ese tonillo, ¿se lo enseñan en el seminario? Dirán: me parece que me van a catear sermones, el oral lo he dicho de corrido y sin tonillo.

Por eso no es sorprendente que las nuevas generaciones no sepan nada sobre la misa. Les llevas a la iglesia y, si ven los folletos sobre los bancos, van y dicen en voz alta: ¡mira!,... propaganda. Y tu, todo colorado, ¡qué bromista, el niño!

Y si les dices que van a cantar el Avemaría, preguntan si va a salir David Bisbal (Avemaría, siempre serás mía...).

Me encantan los nuevos artilugios que instalan en las iglesias. Por ejemplo, el ofrendador automático: en lugar de velas para hacer ofrendas, ponen bombillitas temblorosas, lo tapan con una urna de cristal y, si introduces una moneda, la bombilla correspondiente se enciende durante un rato. Os lo prometo, lo he visto.

A mi me gustaría dar ideas para nuevos equipos. Por ejemplo, un jukebox de canciones de misa. Podría llevar unos muñequitos de monjitas con guitarra y, tras introducir la moneda y elegir la canción, las monjitas se moverían al ritmo de la música, que resonaría por la iglesia elevando los corazones de los fieles.

Si hay alguna iglesia o catedral interesada, que se ponga en contacto conmigo, yo se lo diseño, prometido.

Amén.

2 ideas:

mitsui dijo...

Acabo de escribir un post sobre que opinion me merece la iglesia, si todo lo que han escritos algunos historiadores es verdad... en fin ya ha quedado todo dicho alli, solo te diré que hace mucho que no entro en una iglesia.

Anónimo dijo...

Yo desde los 8 años hasta los 15, me oìa 5 misas todos los domingos, estaba en el coro y encima era la solista, tenìa que cantar el cordero de Dios al lado del altar, asi que si querìa hacer pellas, como que lo tenìa chungo, eso sì, ya tengo relleno el cupo de misas hasta que me muera.