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jueves, noviembre 30, 2006

Werner Von Simplen,... la biografía de un gran hombre

El viernes pasado asistí al concierto de Les Luthiers en Zaragoza: "Las obras de ayer" (o las sobras de ayer, según cómo se lea). Como siempre, insuperables. Y, pensando en el concierto, creo que, igual que ellos han difundido la obra y pensamiento del gran compositor Johan Sebastian Mastropiero, tengo yo, como ingeniero, la obligación moral de recuperar la figura de otro genio del pasado: el ilustre ingeniero alemán Werner Von Simplen.

Desconocido en la actualidad (y también en su época), al gran ingeniero Werner Von Simplen se le atribuyen grandes hallazgos en campo de la entonces floreciente ciencia de la ingeniería eléctrica; lástima que sea un error y nunca hayan sido suyos. Vincent Vanken, afamado autor del libro: "Grandes ingenieros de la Historia" glosa así la figura de Werner Von Simplen contándonos su infancia:

Nacido en 1842 en el seno de una familia humilde (bueno, más bien en el vientre, el seno era para después de nacer), en la aldea de Lenthe cerca de Hannover, quedó huérfano a la temprana edad de ocho años. Acogido por Wilner Brown, posadero de Lenthe, compartió las escasas pertenencias de la familia junto a los cuatro hijos de Wilner. Wilner, hombre duro y poco dado a los sentimentalismos, trató a Werner como a sus propios hijos:... a golpes. Gracias a Wilner, Werner adquirió un carácter independiente y emprendedor, que le acompañaría toda su vida. Como contó a Mildred, su amiga de la infancia con tan sólo catorce años: "Siento una necesidad imperiosa de independizarme y salir al mundo exterior". Hay ciertas biografías, apócrifas, que indican que en realidad sus palabras exactas fueron: "Tengo que irme de casa como sea, no aguanto al animal de mi padre", pero no está comprobada la veracidad de tales afirmaciones.
(Extracto del libro: "Grandes inútiles de la Historia", por Vincent Vanken)

Werner Von Simplen es famoso por el invento del teléfono en 1896, aunque desgraciadamente, un brillante científico de la época: Graham Bell, se le adelantó y consiguió antes la patente aquella primavera..., aquella primavera de 1876. Esta circunstancia se convirtió en una constante que le acompañó toda su vida, y que impidió que consiguiera el reconocimiento que merecía por su trabajo: siempre, alguien, solicitó antes que él las patentes de sus inventos, concretamente unos veinte años antes.

Existen infinidad de anécdotas que nos acercan a la figura del gran Werner Von Simplen y a la vez la humanizan, haciéndola parecer cercana al hombre común y corriente,… tremendamente cercana. Pienso transcribir algunas de estas historias en este blog. Permaneced atentos…

miércoles, noviembre 15, 2006

Semáforo para jugadores de baloncesto

Tras la victoria de la selección española de baloncesto en el mundial de Japón, el deporte del baloncesto ha disfrutado de un auge que se refleja incluso en nuestras calles, y si no, mirad el siguiente semáforo real de un calle de Zaragoza, en el que al picarse el fondo del dibujo se produce un curioso efecto (C/Añoa del Busto con Avda. Navarra):

Con el semáforo en rojo, debemos esperar con la pelota a nuestros pies:



Con el semáforo en verde, ya podemos cruzar botándola tranquilamente:


miércoles, noviembre 08, 2006

Marcas

Es difícil encontrar un nombre o una marca para una nueva empresa.
Debe ser un nombre no utilizado, que no sea parecido al de otra marca, que tenga gancho, y, sobre todo, que no sirva de choteo al respetable.

Y es que muchas empresas se lanzan a registrar el nombre sin pararse a pensar, si no, cómo se explica.
Por ejemplo, en Zaragoza había una empresa llamada Mecanización de Oficinas, S.A.; nombre comercial: Mecansa. A ver, quién va a instalar ordenadores Mecansa, si el nombre ya implica cierta dejadez. Y el nombre gusta tanto que otra empresa, esta vez de Cantabria, usa el mismo nombre: Mecanizados Cantabria, S.L. (Mecansa), muy curioso ya que no es una S.A., sino una S.L.
http://www.cantabria.uso.es/?noticia=61

O qué hablar de la de accidentes laborales que tendrá otra empresa, denominada: Construcciones Técnicas Urbanas S.A. (Contusa).
http://www.info-empresas.net/Contusa_emp-43498

Y es que hay nombres de marcas imposibles. Por ejemplo la división de cocinas de gas de Teka, nunca se llamará Teka Gas. Sonaría mal. Aunque desde otro punto de vista, serviría para un eslogan: Cocina que Teka Gas.

Y si Danone quisiera sacar un pastel vienés, nunca lo llamaría Danone Vienés, parecería que se querían meter en la vida del consumidor.

Y Roca es un buen nombre para una marca de sanitarios, pero Rico no serviría. Porque un lavabo Roca suena bien, pero con un lavabo Rico, parece que se pretenda insultar al usuario.

Otro problema viene al salir al extranjero. ¿Qué querrá decir tu marca en otro idioma? Un caso famoso es el del 4x4 Mitsubishi Pajero, que en España e Iberoamérica tuvo que llamarse Mitsubishi Montero. Y es que, con ese nombre, parecía que el usuario no se iba a comer una rosca montado en él.

Otro ejemplo es el de la moneda europea. Inicialmente se iba a llamar ECU (European Currency Unit), que a la vez era una antigua moneda francesa. Pero los alemanes dijeron que se pronunciaba igual que las palabras alemanas Ein Kuh, que significa una vaca y se cambió el nombre a Euro.

En mi empresa también sucedió algo parecido. Hicimos una nueva gama de productos, de más prestaciones, y, tras un alarde de inventiva, le llamamos gama Top. Y, todo orgullosos, lo serigrafiamos en el frontal de la caja del equipo. El problema fue cuando lo llevamos a vender a Turquía. Ante el choteo de los turcos, descubrimos que Top en turco significa maricón. Y tuvimos que cambiar la serigrafía y toda la documentación para Turquía.

miércoles, noviembre 01, 2006

Hablando se entiende la gente

La entrada anterior ha suscitado airados comentarios, tanto en este blog como en meneame.net. Y muchos me han puesto a caldo. Con mi texto pretendía discutir sobre los límites del estado, sobre dónde acaba la libertad y dónde empieza el derecho del legislador a inmiscuirse en nuestras vidas. Por supuesto, en ningún momento pretendía que se abandone el uso del cinturón, vital para salvar vidas en caso de accidente en carretera.

Me sorprendió la vehemencia con la que se expresan los argumentos, que se llevan muchas veces a la descalificación personal. Estos tonos más quitan la razón que la dan. Las ideas deben defenderse con argumentos y no con insultos. Pero pensándolo bien en nuestra sociedad no es este el patrón que vemos a diaro. Los políticos defienden sus ideas con comentarios broncos y proclives a la descalificación, que se filtran después a la sociedad. Los programas de telebasura muestran que una idea se defiende a gritos y con insultos. Esta es la sociedad que estamos creando.

Debemos fomentar el diálogo limpio e inteligente a través de la educación y el ejemplo. Allanar las diferencias con sentido del humor. No saltéis cuando otros salten, devolved la conversación hacia el respeto mutuo, el diálogo y el debate (maldición, ya ha perdido su sentido esta palabra desde lo del Debate de Gran Hermano).

Volviendo al tema de la entrada anterior, sólo dos de los razonamientos esgrimidos se han dirigido hacia la línea de flotación de mi argumentación: que no usar el cinturón sólo afecta al usuario. El primero afirma que si no se lleva el cinturón se saldrá despedido por el parabrisas y, cual misil volador, podremos hacer impacto en personas o vehículos o provocar accidentes. Sí, no dudo que pueda suceder, pero el argumento me parece un poco cogido por los pelos, por la escasa probabilidad de que eso ocurra y se convierta en la causa de daños o accidentes a terceros.

El segundo esgrime motivos económicos: no tenemos por qué pagar los gastos de hospitalización y tratamiento de quién decida no llevar el cinturón, luego le podemos obligar por ley a usarlo. He de confesar que esta argumentación me da escalofríos y os explicaré por qué. Una vez, durante una discusión que mantuvimos, una estadounidense (que no una americana, que los del sur no tienen la culpa de esto) defendió la pena de muerte porque no teníamos por qué pagar la manutención de un asesino. Que el motivo para matar a alguien sea no tener que gastar dinero en mantenerle me parece repulsivo y muestra los peligros de hasta dónde pueden llevar este tipo de argumentaciones.

Todos y cada uno de nosotros corremos cada día algún tipo de riesgo por el mero hecho de salir a la calle o por elegir un estilo de vida determinado. Si alguien se arroga el derecho a decidir cuáles son los riesgos asumibles y cuáles los estilos de vida adecuados, ese día la libertad individual se habrá terminado. Alguien puede decidir que fumar, estar gordo, practicar deportes de riesgo o viajar a países extranjeros son actividades penables por la ley porque podrían causar gastos inasumibles a los demás. Que la promiscuidad sexual es la causa de la existencia de las enfermedades de transmisión sexual y debe estar prohibida. Que una noticia de un periódico puede ser la causa de motines y muertes y debe limitarse la libertad de prensa. Y un largo etcétera...

Jorge plantea un tema interesante. Que aquellas acciones tuyas que puedan causar un riesgo de despilfarro de los recursos del Estado se graven con multas que vayan dedicadas a sufragar dichos gastos. Lo interesante es que el dinero de dichas multas, impuestos o gravámenes vaya directamente a aumentar dichos recursos. Que una multa de tráfico vaya a la Seguridad Social o a la mejora de las carreteras. Que el impuesto al tabaco se refleje directamente en las arcas de la Seguridad Social, etc. Así, es más fácil que sean asumidas por el ciudadano. De otra forma, pierden su justificación y utilidad y se convierten en un medio más de recaudación del Estado.

Lo que está claro es que la DGT ha hecho un fantástico trabajo de concienciación sobre la necesidad del uso del cinturón de seguridad. Incluso coincidiendo en la necesidad de limitar el control del estado sobre el individuo, los que han realizado algún comentario piensan que es tan importante el uso del cinturón para salvar vidas que está justificado que se obligue por ley a llevarlo. Curiosamente, de esta misma forma o similar, se han expresado los jueces que han desestimado recursos de este estilo contra leyes que incluían la obligación del uso del cinturón.

Y por último, cierto, la palabra carnet no existe en el diccionario, es un neologismo tomado del francés. La palabra correcta es carné. Pero puede hablarse de carné en lugar de permiso, ya que el Permiso de Circulación otorgado por el Estado se materializa en un carné:

Según el diccionario de la RAE:
carné.
Del fr. carnet.
1. m. Librito de apuntaciones.
2. m. Documento que se expide a favor de una persona, provisto de su fotografía y que la faculta para ejercer ciertas actividades o la acredita como miembro de determinada agrupación.

Un saludo, y espero volver a leeros por aquí.