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miércoles, noviembre 01, 2006

Hablando se entiende la gente

La entrada anterior ha suscitado airados comentarios, tanto en este blog como en meneame.net. Y muchos me han puesto a caldo. Con mi texto pretendía discutir sobre los límites del estado, sobre dónde acaba la libertad y dónde empieza el derecho del legislador a inmiscuirse en nuestras vidas. Por supuesto, en ningún momento pretendía que se abandone el uso del cinturón, vital para salvar vidas en caso de accidente en carretera.

Me sorprendió la vehemencia con la que se expresan los argumentos, que se llevan muchas veces a la descalificación personal. Estos tonos más quitan la razón que la dan. Las ideas deben defenderse con argumentos y no con insultos. Pero pensándolo bien en nuestra sociedad no es este el patrón que vemos a diaro. Los políticos defienden sus ideas con comentarios broncos y proclives a la descalificación, que se filtran después a la sociedad. Los programas de telebasura muestran que una idea se defiende a gritos y con insultos. Esta es la sociedad que estamos creando.

Debemos fomentar el diálogo limpio e inteligente a través de la educación y el ejemplo. Allanar las diferencias con sentido del humor. No saltéis cuando otros salten, devolved la conversación hacia el respeto mutuo, el diálogo y el debate (maldición, ya ha perdido su sentido esta palabra desde lo del Debate de Gran Hermano).

Volviendo al tema de la entrada anterior, sólo dos de los razonamientos esgrimidos se han dirigido hacia la línea de flotación de mi argumentación: que no usar el cinturón sólo afecta al usuario. El primero afirma que si no se lleva el cinturón se saldrá despedido por el parabrisas y, cual misil volador, podremos hacer impacto en personas o vehículos o provocar accidentes. Sí, no dudo que pueda suceder, pero el argumento me parece un poco cogido por los pelos, por la escasa probabilidad de que eso ocurra y se convierta en la causa de daños o accidentes a terceros.

El segundo esgrime motivos económicos: no tenemos por qué pagar los gastos de hospitalización y tratamiento de quién decida no llevar el cinturón, luego le podemos obligar por ley a usarlo. He de confesar que esta argumentación me da escalofríos y os explicaré por qué. Una vez, durante una discusión que mantuvimos, una estadounidense (que no una americana, que los del sur no tienen la culpa de esto) defendió la pena de muerte porque no teníamos por qué pagar la manutención de un asesino. Que el motivo para matar a alguien sea no tener que gastar dinero en mantenerle me parece repulsivo y muestra los peligros de hasta dónde pueden llevar este tipo de argumentaciones.

Todos y cada uno de nosotros corremos cada día algún tipo de riesgo por el mero hecho de salir a la calle o por elegir un estilo de vida determinado. Si alguien se arroga el derecho a decidir cuáles son los riesgos asumibles y cuáles los estilos de vida adecuados, ese día la libertad individual se habrá terminado. Alguien puede decidir que fumar, estar gordo, practicar deportes de riesgo o viajar a países extranjeros son actividades penables por la ley porque podrían causar gastos inasumibles a los demás. Que la promiscuidad sexual es la causa de la existencia de las enfermedades de transmisión sexual y debe estar prohibida. Que una noticia de un periódico puede ser la causa de motines y muertes y debe limitarse la libertad de prensa. Y un largo etcétera...

Jorge plantea un tema interesante. Que aquellas acciones tuyas que puedan causar un riesgo de despilfarro de los recursos del Estado se graven con multas que vayan dedicadas a sufragar dichos gastos. Lo interesante es que el dinero de dichas multas, impuestos o gravámenes vaya directamente a aumentar dichos recursos. Que una multa de tráfico vaya a la Seguridad Social o a la mejora de las carreteras. Que el impuesto al tabaco se refleje directamente en las arcas de la Seguridad Social, etc. Así, es más fácil que sean asumidas por el ciudadano. De otra forma, pierden su justificación y utilidad y se convierten en un medio más de recaudación del Estado.

Lo que está claro es que la DGT ha hecho un fantástico trabajo de concienciación sobre la necesidad del uso del cinturón de seguridad. Incluso coincidiendo en la necesidad de limitar el control del estado sobre el individuo, los que han realizado algún comentario piensan que es tan importante el uso del cinturón para salvar vidas que está justificado que se obligue por ley a llevarlo. Curiosamente, de esta misma forma o similar, se han expresado los jueces que han desestimado recursos de este estilo contra leyes que incluían la obligación del uso del cinturón.

Y por último, cierto, la palabra carnet no existe en el diccionario, es un neologismo tomado del francés. La palabra correcta es carné. Pero puede hablarse de carné en lugar de permiso, ya que el Permiso de Circulación otorgado por el Estado se materializa en un carné:

Según el diccionario de la RAE:
carné.
Del fr. carnet.
1. m. Librito de apuntaciones.
2. m. Documento que se expide a favor de una persona, provisto de su fotografía y que la faculta para ejercer ciertas actividades o la acredita como miembro de determinada agrupación.

Un saludo, y espero volver a leeros por aquí.

2 ideas:

Anónimo dijo...

Me encanta cómo escribís, y me encantó tu blog.
Estoy totalmente de acuerdo con tu post.
Jajajja para ser mi primera visita no está mal, porque te dije a todo que si. Te mando un beso y te voy a seguir visitando,
Ana

mangel dijo...

Gracias, Ana, bienvenida.

Ponés escribís, ¿acaso sos argentina?